Muero por escapar de este mundo,
cada día más inhumano, más sometido a reglas y a convenciones sociales. Donde
ser normal es aburrido. Quiero traspasar la frontera de esta estúpida banalidad
en la que vivimos, quiero volverme loca sí, desarrollar mi locura, deshacerme
de la piel que habito, de las mundana realidad que nos ahoga, que nos oprime,
que nos coarta y que nos carnavaliza, de esta sociedad grotesca en la que todo
el mundo oculta su rostro con una máscara.
Estoy harta de los rostros cubiertos de maquillaje, de las medias
sonrisas, de las falsas palabras, de las mentiras que estamos obligados a
perpetrar y a aceptar porque no somos libres. Porque no podemos ser sinceros,
porque la sociedad, el vecino y tu mejor amigo juzgan, porque todos juzgamos en
esta humanidad sentenciada por nosotros mismos.
Quiero correr desnuda por la
playa, quiero pintarme un bigote, quiero hacer el amor con un desconocido,
quiero poder llorar cuando tenga ganas y correrme de placer conmigo misma
porque tenga libertad para hacer lo que quiera. Quiero liberarme del
sentimiento de compasión, de la culpa, del rencor, del remordimiento. Quiero
equivocarme por no saber lo que quiero, quiero poder no saber que quiero y
descubrirlo y para ello poder hacer intentos y equivocarme con ellos. Quiero
abrir mi boca y decir lo que me dé la gana a cada momento, quiero no tener que
medir mis palabras porque con ellas quiero tener la capacidad de no herir a
nadie. Hacer lo que sienta a cada momento sin temor a ser juzgada, sin temor al
arrepentimiento, porque ese temor es miedo a vivir.
Me falta el aire en esta sociedad
que a veces parece un rebaño que camina sin dirección buscando un pastor,
buscando la dependencia. Somos seres dependientes, claro que sí, porque
necesitamos de los demás para completarnos y por ende para sentirnos plenos y
felices. Necesitamos compartir nuestra vida, dar amor y regalarlo. Pero es
imposible sentir amor o darlo si no lo sientes por ti mismo. Esto es algo
difícil de entender y de sentir para la mayoría. Estamos tan abrumados por el juicio
ajeno, por la mirada ajena que somos incapaces de mirarnos a nosotros mismos,
de revelar lo que esconde nuestro reflejo en el espejo. Quien somos, que hemos
hecho, que queremos hacer, a donde queremos llegar, que nos hace felices.
Si no nos amamos a nosotros
mismos seremos incapaces de amar al otro. Si somos incapaces de juzgarnos a
nosotros mismos seremos injustos con el otro. Y, ese otro, es tu amigo, es tu
hermano, es tu padre, eres tú mismo.
Vivir es a base de cometer
errores y aprender de ellos. Es un continuo viaje con nosotros mismos y con el
resto, de conocimiento. El miedo y el temor son contrarios a la vida. Vivir
fustigados por nuestros errores, por el dolor que cuesta deshacer y olvidar es
alimentar ese dolor y esas heridas. El ser humano es bueno por naturaleza
aunque a veces cuesta creer que todo ser humano, pero es natural está implícito
en nuestro ser el equivocarnos. Por ello tenemos la capacidad de arrepentirnos,
de pedir perdón y de perdonar. Por ello tenemos facultades como la empatía o la
compasión. Las oportunidades existen para ser dadas y para agotarlas. Pero
primero debemos darnos una oportunidad a nosotros mismos, a equivocarnos, a
luchar, a caernos sin miedo a seguir avanzando.
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